domingo, 25 de julio de 2010

Santiago de Compostela.


Santiago de Compostela hoy celebra al apóstol Santiago, no podía ser otra cosa en 25 de julio. He decidido tambien celebrarlo, en mi memoria, detras de esta ventana del Monasterio de San Pelayo que da a la plaza de la Quintanilla. La imagen, la tomé durante nuestra visita con Saide a Santiago, al termino de nuestra peregrinación.

Cuando la miré , en mi imaginación me situé detras de ella y observando a la Catedral. Dentro el silencio y la paz , la luz interior suavizada por la reja y las flores de la ventana, el aire fresco debido al grosor de las piedras.. En la plaza los peregrinos y turistas se mezclan, circulan de un lado a otro, unos, y otros, sentados en las escalinatas y entre ellos los habitantes de la ciudad.

Escucho el bullicio de la alegría amortiguado por la altura en que me encuentro. Imagino la ciudad y sus calles. Sus vitrina y grandes ventanales albos. Imagino la imagen de los peregrino, reflejada, al pasar camino de la Catedral. El anochecer y el encendido de las luces, la atmosfera cambiando lentamente. Ya en medio de la oscuridad escucho los primeros estruendos y el resplandor de los fuegos de artificio. Cuando el ruido es ya ensordecedor veo la silueta de la catedral recortada por los fuegos de colores. Es algo inolvidable que se graba para siempre. Pienso que ningún peregrino olvidará jamás esta vivencia. Y como es natural, nos prometemos regresar de peregrinos nuevamente, a encontrarnos con las raíces que hemos echado aquí en tan corto tiempo.

Es una extraña sensación, que experimento con los ojos cerrados de mi cara. La emoción acelera los latidos de mi corazón, es saudade, la nostalgia. Sin embargo, también de lastima pues en este otro lejano Santiago, solo la acostumbrada colectividad gallega recuerda al apóstol Santiago.

Recuerdo ahora un poeta Compostelano, Miguel de ´Ors

Raro Asunto

Raro asunto la vida: yo que pude
nacer en 1529,
o en Pittsburg o archiduque, yo que pude
ser Chesterton o un bonzo, haber nacido
gallego y d´Ors y todas estas cosas.
Raro asunto
que entre la muchedumbre de los siglos,
que existiendo la China innumerable,
y Bosnia y las cruzadas y los incas,
fuese a tocarme a mí precisamente
este trabajo amargo de ser yo.

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