En la recepción del hotel, donde he estado trabajando, tengo frente a mi, estas ventanas, que muestran lo que puedo observar detrás del mostrador. Corresponden al atardecer y otras cuando ya ha amanecido. Ellas me acompañan durante mi turno de trabajo. Mayormente las he observado de noche, cuando solo algunas luces hacen visible trozos de`paisaje. Y observandolas en la oscuridad he podido apreciar realidades diferentes a las del día. Me han sorprendido, corriendo frente a ellas, Queltehues que apenas logro ver, Gaviotas por la cercanía del mar, liebres corriendo en zig zag, gatos chocando con el vidrio del ventanal, produciendo estruendo en la noche, perros nocturnos y otras sombras grises que no me atrevo a nombrar y cuando miro para fijar mi vista, desaparecen. Si, podría llamarlas de esa manera, pero si lo hiciese ya no podría pensar en como he llegado hasta aquí.
Mis primeras ventanas, las que observaban mi trabajo en la fabrica de confites ya han dejado de existir. La tierra y sus vaivenes tienen algo que ver en ello. Y me lleva ha pensar en la distancia que hay entre ellas y estas de hoy. Ahora, ya no fabrico confites industrialmente. La decisión de no continuar donde estaba, pensando en otras oportunidades que nunca se dieron. ¿Fue acertada?
Así fue, como nos encontramos un día cualquiera caminando a Santiago de Compostela Saide y yo. También, como estuvimos en la Barcelona de mis ancestros trabajando en la portería de Muntaner. Y nuevamente en el camino de Santiago, precisamente en León, haciendo de hospitaleros en Las Carbajalas.
"Vivir es enfrentarse a los textos de tu vida." Así leo en un blog, al que llegue por casualidad, en esas largas noches en la recepción y claro, lo primero que pienso es en los textos que podría modificar, tal vez borrar y reescribir de otro modo. Otros los subrayaria, sobre todo aquellos de los encuentros. Me ilusiona poder escribir nuevos textos en mi vida con Saide, con nuestro amigo Ramón en Barcelona, que me supo comprender muy bien. Otros textos en León con Alba, tan alegre y vivaz, con sor Ana María y con la más Feliz de todas Isabel Micó. Y así podría seguir. Pero esto pertenece a los sueños que se pueden escribir de tantos modos.
Eso pienso, esta noche, frente a estas nuevas ventanas de la recepción. A las que he llegado por la similitud de trabajar en la "portería" en Barcelona y ser "hospitalero " en León. ¿Y que pasará con los confites? Mientras, espero esas "realidades grises" que ya estoy viendo por el rabillo del ojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario