Cerradas, permanecen las ventanas, que iluminaban la interioridad de nuestro amigo Carlos. En ese interior estuvimos con Saide, llenándonos de la alegría que siempre llevaba. Se acercaba a ella y casi al oído le contaba el ultimo chiste que sabia. Reíamos más por alegría que por lo cómico del chiste, en todo caso era lo que me pasaba, pues por mi oído poco me enteraba del chiste. Después, le mostraba el ultimo objeto de arte, que había adquirido, yo los seguía detrás escuchando y mirando.Y a veces preguntando de nuevo. Poco, se nos volvía el tiempo para conversar y estar con él. Cada día paso, en mi recorrido al trabajo, por San Javier, donde nos dejó.Pero aún sigo con el conversando en mis recuerdos.
Ya, hace más de trece meses, que cerró las ventanas para siempre. Por lo menos en esta biosfera. A otras luces más reales, se, las debe abrir ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario