De la vida, en Rabanal del Camino, siguen hablando sus ventanas. En lo que traslucen y en lo que reflejan. En mi espíritu, he pasado frente a ellas y no ha permanecido el rastro. Quizás me haya distraido.
Lejos de allí, en una gran extensión de cultivo, he puesto atención a los avellanos, a sus frutos. Es un día de niebla, frío. Huelo la tierra húmeda y a hojas que se queman a lo lejos, en algún montón. Los avellanos van en silencio quedando vacíos. La cosecha ya termina. Ahora, a tostar avellanas en las frias mañanas de Linares, tambien a salarlas y a garrapiñarlas.
2 comentarios:
Genial muy buenas las fotografías siga tostando avellanas y entumiéndose de frio cariños
Marcela
Joaquín , mi amigo el poeta, me alegro que estés en lo tuyo,espero que todo vaya viento en popa y con tanta rima.
Un abrazo
René
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